Cuando conocí a Carlos y Noelia, una tarde de invierno en la que quedamos para tomar un café, mis ojos no podían abrirse más del asombro.
Una boda medieval, me dijeron…pero ahí no queda la cosa porque teníamos varios grandes retos que incorporar, como que los novios querían que el evento fuera vegetariano (por conciencia, no por gusto) que el cóctel debía incluir pizzas argentinas (unas en particular que les fascinan y que, hemos de decir, que con toda la razón) y farolillos luminosos para finalizar el evento, además de íntimo y lo más inmerso en la naturaleza posible.